La futura memoria es una primera novela,
y como tal tiene muchos errores propios de un escritor que desconoce el oficio
y su propia capacidad para narrar, pero a la vez tiene la pasión de los que se
lanzan a la aventura. El origen de esta historia se remonta al año 93, cuando
trabajaba como fotógrafo publicitario y trataba de abrirme paso como guionista,
y como tal ya conocía los sinsabores del rechazo de la productoras, y no porque
mis guiones fueran malos, sino porque no me permitieron entregarlos a las pocas
que los llevé.
Entonces
nos llamaron para hacer las fotos de una campaña con Alfredo Landa, y pensé en
la posibilidad de escribir un guión que lo pudiera protagonizar confiando en
que me sirviera para abrirme las puertas de un mundo tan hermético. La idea no
tardó en aparecer, y tras varias semanas de trabajo tenía el guión preparado
aunque sin pulir cuando llegó el día de hacerle las fotos. Se lo entregué y fue
muy correcto, pero pasó el tiempo y no recibí respuesta. Después escribí otros
tres guiones, incluso por uno de ellos, La
mujer del taxi, recibí una propuesta de una productora que no salió
adelante porque me negué a aceptar los cambios que querían imponerme. Pocos meses después me quedé sin trabajo, y lo
que podría haber sido una condena para mi carrera como guionista se convirtió
en un estímulo para apostar por la literatura. La razón es muy sencilla, era
más barato escribir que abrir mi propio estudio de fotografía, aparte de que
después de trece años dedicado a la publicidad no sentía el menor afecto por esa
actividad donde primaba la vanidad de una serie de individuos que se creían
dioses cuando ni siquiera habían aprendido a ser hombres.
Pasé cerca de dos años encerrado en
un frío, diminuto, oscuro y sucio apartamento, mientras se consumían mis
escasos ahorros, tratando de dar forma a
mis ideas confiando en que mi creación recibieran recompensa, incluso hice
pruebas como guionista para Médico de
familia, y me rechazaron diciendo que no tenía capacidad para trabajar en
equipo, lo que con el tiempo descubrí que era cierto, aunque entonces me dolió
porque necesitaba saber que servía para escribir, aparte de dinero para vivir.
Por entonces seguía planteándome los
guiones como única opción porque me consideraba incapaz de escribir una novela
ya que mi formación era visual y jamás había tenido vocación de escritor. Creo
que fue a finales del 95 cuando empecé a plantearme la posibilidad de hacer
narrativa y como practica me propuse convertir en novela el guión titulado
Billy & Joe, el que había escrito para Alfredo Landa porque tenía la
impresión de que me habían quedado cosas por contar.
Lo pasé mal durante esos meses
porque me costaba horrores completar una página. Me faltaban las palabras y no
sabía cómo enlazarlas. Los diálogos fluían con cierta facilidad, pero a la hora
de narrar me atrancaba, aparte del temor a los errores. Al tiempo que escribía
tenía que estudiar libros de gramática, revisar manuales de ortografía y leer
textos sobre creación literaria, y cada día me sentía más perdido, pero no
quería desistir porque me había cerrado las puertas a cualquier otra
alternativa laboral.
No recuerdo cuanto tiempo dediqué a
esa novela. En aquellos tiempos los días se me hacían eternos al no tener otra
cosa que hacer, al tiempo que la sensación de angustia se acentuaba al saber
que mis ahorros se acababan y no tenía adonde ir cuando dejara de pagar el
alquiler.
Finalmente terminé la novela y
empecé a mandarla a editoriales y a concursos literarios. Salvo dos o tres
editoriales que me mandaron una carta diciendo que la novela no encajaba en sus
planes de edición, la respuesta que recibí fue el silencio. Como la paciencia
no era una de mis virtudes, decidí tomar una vía alternativa que con el paso de
los años se ha convertido en mi primera opción, la de convertirme en editor de
mi obra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario