miércoles, 29 de agosto de 2012

La futura memoria I


La futura memoria es una primera novela, y como tal tiene muchos errores propios de un escritor que desconoce el oficio y su propia capacidad para narrar, pero a la vez tiene la pasión de los que se lanzan a la aventura. El origen de esta historia se remonta al año 93, cuando trabajaba como fotógrafo publicitario y trataba de abrirme paso como guionista, y como tal ya conocía los sinsabores del rechazo de la productoras, y no porque mis guiones fueran malos, sino porque no me permitieron entregarlos a las pocas que los llevé.

Entonces nos llamaron para hacer las fotos de una campaña con Alfredo Landa, y pensé en la posibilidad de escribir un guión que lo pudiera protagonizar confiando en que me sirviera para abrirme las puertas de un mundo tan hermético. La idea no tardó en aparecer, y tras varias semanas de trabajo tenía el guión preparado aunque sin pulir cuando llegó el día de hacerle las fotos. Se lo entregué y fue muy correcto, pero pasó el tiempo y no recibí respuesta. Después escribí otros tres guiones, incluso por uno de ellos, La mujer del taxi, recibí una propuesta de una productora que no salió adelante porque me negué a aceptar los cambios que querían imponerme.  Pocos meses después me quedé sin trabajo, y lo que podría haber sido una condena para mi carrera como guionista se convirtió en un estímulo para apostar por la literatura. La razón es muy sencilla, era más barato escribir que abrir mi propio estudio de fotografía, aparte de que después de trece años dedicado a la publicidad no sentía el menor afecto por esa actividad donde primaba la vanidad de una serie de individuos que se creían dioses cuando ni siquiera habían aprendido a ser hombres.

            Pasé cerca de dos años encerrado en un frío, diminuto, oscuro y sucio apartamento, mientras se consumían mis escasos ahorros,  tratando de dar forma a mis ideas confiando en que mi creación recibieran recompensa, incluso hice pruebas como guionista para Médico de familia, y me rechazaron diciendo que no tenía capacidad para trabajar en equipo, lo que con el tiempo descubrí que era cierto, aunque entonces me dolió porque necesitaba saber que servía para escribir, aparte de dinero para vivir.

            Por entonces seguía planteándome los guiones como única opción porque me consideraba incapaz de escribir una novela ya que mi formación era visual y jamás había tenido vocación de escritor. Creo que fue a finales del 95 cuando empecé a plantearme la posibilidad de hacer narrativa y como practica me propuse convertir en novela el guión titulado Billy & Joe, el que había escrito para Alfredo Landa porque tenía la impresión de que me habían quedado cosas por contar.

            Lo pasé mal durante esos meses porque me costaba horrores completar una página. Me faltaban las palabras y no sabía cómo enlazarlas. Los diálogos fluían con cierta facilidad, pero a la hora de narrar me atrancaba, aparte del temor a los errores. Al tiempo que escribía tenía que estudiar libros de gramática, revisar manuales de ortografía y leer textos sobre creación literaria, y cada día me sentía más perdido, pero no quería desistir porque me había cerrado las puertas a cualquier otra alternativa laboral.

            No recuerdo cuanto tiempo dediqué a esa novela. En aquellos tiempos los días se me hacían eternos al no tener otra cosa que hacer, al tiempo que la sensación de angustia se acentuaba al saber que mis ahorros se acababan y no tenía adonde ir cuando dejara de pagar el alquiler.
            Finalmente terminé la novela y empecé a mandarla a editoriales y a concursos literarios. Salvo dos o tres editoriales que me mandaron una carta diciendo que la novela no encajaba en sus planes de edición, la respuesta que recibí fue el silencio. Como la paciencia no era una de mis virtudes, decidí tomar una vía alternativa que con el paso de los años se ha convertido en mi primera opción, la de convertirme en editor de mi obra.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario